PABLO HIJAR Y LAS IDAS DE PINZA
Ser concejal no debe ser fácil, no lo dudamos, pero alguien que se presenta en unas listas electorales, lo hace con el objetivo de salir elegido y por lo tanto intentar gobernar. Si tras los resultados, lo consigue, lo normal es intentar hacerlo lo mejor posible, pero también saber asumir las críticas a su gestión con grandes dosis de autocrítica.
Todo esto viene a colofón tras el pleno municipal celebrado el pasado viernes, donde la representación sindical del ayuntamiento leyó un escrito pidiendo poner en valor un servicio como es el de deportes, el cual por diversas razones, ha sido por todas las corporaciones un servicio de segunda categoría, donde se ha jugado a inaugurar instalaciones sin saber muy bien si eran necesarias o no, y sin ninguna planificación a posteriori de cómo gestionarlas.
Aquí daba igual las valoraciones técnicas, se ha practicado la política de intentar llenar de instalaciones todos los barrios, más por intereses políticos en busca de votos que por otra cosa.
Y claro, todas estas políticas anteriores, hay que saber gestionarlas. Hay que tener plantillas dimensionadas, hay que tener las instalaciones bien cuidadas (no olvidemos que son instalaciones muy utilizadas) y lo más importante, hay que saber adecuarlas en cuanto a política de personal con criterios técnicos donde se planifique bien cómo deben estar establecidos los niveles jerárquicos, como deben estar las cargas repartidas, y como deben saber sacar lo mejor de cualquier persona empleada, favoreciendo el buen clima y las relaciones entre compañeros y compañeras.
Cuando entró esta nueva corporación y se observó que la concejalía de deportes caía en manos de Pablo Hijar, muchas personas pensábamos que se iba a asesorar con muchas personas, de dentro y de fuera, de arriba y de abajo y que íbamos a ver algo de luz.
Tras tres años y medio de gestión, lamentablemente, hemos visto que en política de personal, nada se ha movido. Pese a sus promesas repetidas mes tras mes, no hemos hablado de estructuras, no se han sabido gestionar correctamente los roces (y a veces algo más que eso) entre el personal y se ha seguido dejando que todo pilotara alrededor de los puestos bases, que son en definitiva los y las que han estado abriendo puertas mañanas, tardes (incluyendo horarios nocturnos) fines de semana y días festivos e inhábiles
El malestar existente entre el personal, quedó bien `patente desde el principio de su gestión, cuando las encuestas internas encargadas, dejaron patente el sentir de las y los trabajadores de deportes, hartas de sobrecargas, hartas de falta de personal, y hartas de una política salarial, que premiaba a unos pocos y castigaba a unos muchos. Las encuestas decían que la gente se quería ir a otros servicios y por el contrario nadie quería venir a trabajar en él.
Pero, cuando ya está a punto de acabarse la legislatura, solo se han observado parches y más parches. Y claro es normal que los sindicatos manifestemos nuestro malestar. Con más o menos acierto, todos y todas nos hemos posicionado, con intenciones de mejorar las condiciones laborales, de conseguir ampliar la plantilla, y sobre todo de sentirse a gusto desarrollando un trabajo que a priori a todo el mundo nos gustaba.
Pero los exabruptos oídos en el pleno por parte de Pablo Hijar, cargando contra los sindicatos independientemente de su color e ideología, disparando contra todo lo que se menea, nos deja un sabor muy amargo, un poso que tardara en irse, y lo que es peor una sensación de terrible soledad, ya que si un político que se vende como que viene de abajo y trabaja para la ciudadanía y por ende para el personal que presta sus servicios en su área, despotrica así es que ni sabe lo que es la autocrítica ni comprende por donde debe encaminar los pasos que le quedan por dar hasta que las urnas vuelvan a hablar.
Señor Pablo Hijar, Bakunin dijo una vez: «Hombre: abre la ventana de tu intelecto a todos los vientos y cuando te hayas bañado en ellos, juzga y dinos, con criterio sereno, cuál fue el más puro».
Y desde CGT le decimos, “señor Hijar asuma las críticas, observe con atención lo que se le dice y con una buena ración de autocrítica, valore de forma serena, con criterio sereno, hacia donde debería caminar antes de que la guadaña de las elecciones dicte sentencia”
Nos duele haber visto y oído su discurso, en la parte final, pero más nos duele haber perdido una oportunidad, de avanzar. Las risas que había en la bancada de la derecha, las frotadas de mano entre gente que anteriormente gestionó en esta casa, al verlo tan fuera de sus casillas, nos dan pena, mucha pena.
Una nueva oportunidad perdida, un nuevo fracaso está en ciernes, de nuevo las y los trabajadores vemos como nada se ha solucionado. Solo le quedan 6 meses para rectificar.
¿Está usted preparado para ese reto?