No, no somos  tolerantes.

No toleramos el fascismo, los discursos almibarados o agresivos que atentan igualmente contra derechos fundamentales.

No toleramos los privilegios ni las desigualdades, ni a las personas mentirosas ni a las hipócritas.

 No toleramos a las que se manifiestan contra los derechos de las demás ni a aquellas que se inventan el derecho a disfrutar de espectáculos donde se tortura a animales.

 No toleramos a las que miran a otro lado mientras mueren personas en el mediterráneo o se les enjaula en campos de refugiadas y centros de internamiento.

 No toleramos a las personas que utilizan a otras personas para alcanzar sus deseos, atentan contra su dignidad y se aprovechan de su vulnerabilidad.

 No toleramos a las que defienden dictaduras fascistas y deforman la historia para justificar la vileza de aquellas que consideran héroes aunque no sean más que criminales.

 No toleramos a las que pervierten el lenguaje para seguir acumulando y manteniendo posiciones de poder.

No toleramos a las que se aprovechan de las personas que nada o poco tienen, ni a las que les culpan y desprecian.

 No toleramos a las expertas que nos dicen cómo tienen que ser las cosas para que todo siga igual.

No toleramos a las bestias fascistas de botas militares y excesos verbales ni a las que se esconden detrás del traje y la corbata y cuidan el discurso.

No toleramos a las autoritarias ni a las amantes de la fuerza bruta y del golpe encima de la mesa.

No toleramos a las que gritan libertad mientras la atropellan. Su libertad es nuestra cárcel.

No toleramos a las que aman la tolerancia porque son las mansas que permiten el actual estado de las cosas.

Estamos hartas  de las personas biempensantes que nos piden moderación.

No hay ni puede haber moderación ante los discursos que atentan contra libertades y derechos fundamentales.

La oposición activa y la desobediencia son las herramientas para desactivar este juego.

Nos dicen que todo el mundo tiene derecho a expresar libremente sus ideas. Y es verdad. Las pueden expresar. Pero si ponen en riesgo los derechos de las personas, si los quieren eliminar o recortar, nos deben tener enfrente. Es un imperativo moral. Lo contrario nos convierte en cómplices o en idiotas.

Nos llamarán terroristas, delincuentes y extremistas, pero nosotras no hemos cometido terrorismo de estado, ni hemos robado las arcas públicas ni manipulado las más bajas emociones, instigando al odio y a la confrontación.

Nos hablan de ciudadanía y de democracia para defender que nos quedemos quietas y calladas.

 Si protestas activamente y te organizas contra los discursos antisociales y contraderechos, te quitan puntos en el carnet de ciudadanía y de demócrata.

Prefieren que normalicemos estos discursos estableciendo un debate de igual a igual como si la historia no hubiera demostrado que esto es estéril.

Quieren que nos quedemos en casa viendo los debates televisivos.

Nos quieren personas inofensivas.

 Nos quieren mansas.

 Nos quieren tolerantes.

Pero somos antifascistas y personas libertarias y nos tendrán enfrente.

CGT CONTRA EL FASCISMO