“Qué delicia oler napalm por la mañana…”
La nueva alcaldesa de esta ciudad se va pasando por algunas dependencias municipales. Es un gesto que en principio, se agradece, si consideramos que hace una visita al personal municipal que gestiona los servicios públicos (los que aún no se han privatizado) para que tengan un primer contacto con la persona que va a dirigir el ayuntamiento estos cuatro años. Recientemente, han sido las elecciones sindicales. Quienes han repartido las cosas estas que se dan junto con los programas electorales, comentaban que había mucha “mesa vacía”. Las políticas neoliberales que defienden la desregulación de la economía (aunque luego hay que rescatar a los bancos que piden esa desregulación económica) llevan añadido que los servicios públicos se conviertan en objeto de negocio. Pese al mantra ese de las empresas privadas y su capacidad de generar riqueza, es el estado quien la genera. Y ojo, que algunos políticos de los que defienden semejante discurso, exhiben como orla la foto de la peña y como título académico una etiqueta de anís del mono.
Las grandes empresas estas que todas vemos por la calle, viven del estado, como un falso autónomo. Es el estado quien regula el salario mínimo (que algunas opciones políticas consideran excesivo), las pensiones y las prestaciones. Esa regulación es la que dispone el dinero que circula en la economía real, la de la tienda del barrio y el bar. Las grandes empresas de material agrícola, viven de la subvención pública “de la PAC” que se paga a los agricultores para que adquieran esa maquinaria… cuando vemos un gran tractor por la calle, vemos el producto del esfuerzo común sin el cual el agricultor, no tendría otra que seguir arando con mulas. Cuando vemos las furgonetas de las empresas que nos mantienen el alumbrado o los jardines, nos recogen la basura, las ambulancias, etc., estamos viendo el servicio que se presta con el dinero público, con el de todas. En estos casos de prestación por medio empresas, a cambio de un “impuesto revolucionario” que es el beneficio que obtiene dicha empresa, cuyo entramado es completamente superfluo e innecesario. De hecho, el personal de dichas empresas, como ocurriera con los campesinos del conde o el marqués, se transfieren con la contratación de una nueva, de modo que la nueva empresa no necesita impartir formación al nuevo personal, más allá de la que obliga la ley. El neoliberalismo no ve límite en ese tipo de contratación. Planea la privatización completa de las Instalaciones Deportivas como ya ha hecho en otros lugares. Y digo completa porque ya es parcial. Como cuando Felipe González privatizó media telefónica y Aznar remató la faena que ya antes se había comenzado. Las empresas piden más, porque el no crecer se interpreta como perder, y en esas estamos en el Ayuntamiento. Ni las tasas de reposición se levan al completo. Para justificar la subcontrata, es necesario que exista una “insuficiencia de medios”. En esas estamos, como decimos. En algunos sitios, sufriendo la “insuficiencia de medios” que conllevará la externalización de los servicios. En otros, la insuficiencia de medios es simplemente una excusa previa.
Si el PSOE bebe del caldo del neoliberalismo a pequeños sorbos, el Partido Popular bebe esos los caldos directamente “a morro”. La desregulación económica, la globalización y por supuesto la externalización de los servicios públicos, son los ingredientes de esa poción mágica. No sabemos si esta alcaldesa visitará las instalaciones deportivas y las piscinas de verano, pero si lo hace, quizá oiga resonar en su cabeza aquella frase ya famosa de la película Apocalipse now, “…aquella colina olía a ¡victoria! “