Lo de la Harinera, no ha sido solo un susto
“En cumplimiento del deber de protección, el empresario deberá garantizar la seguridad y la salud de los trabajadores a su servicio en todos los aspectos relacionados con el trabajo.”
El lunes 16 de diciembre un funcionario del edificio la Harinera, que se encontraba en la puerta de entrada fumando, sufrió un intento de apuñalamiento por parte de una persona que salió gritando y amenazando a todo aquel que se cruzaba en su camino. Sin apenas mediar palabra, sacó un cuchillo y se acercó con gestos de ataque, ante lo que nuestro compañero y funcionario del Ayuntamiento de Zaragoza, se escabulló y huyó como pudo.
Hasta aquí, una situación que podía contarse hoy como una desgracia personal, afortunadamente se ha quedado en un terrible susto y abre una cantidad de incógnitas que es necesario ir resolviendo con absoluta celeridad y responsabilidad.
Hay quien pueda pensar, sin conocer la profundidad del caso, que trabajar “cara al público” contrae un riesgo difícil de medir cuando quien puede producirte el daño, no es un mecanismo autómata, o una herramienta, sino una persona que puede tener un comportamiento absolutamente impredecible. Ya hace muchos años, para “evitar riesgos” el personal conductor de la entonces TUZSA dejó de llevar corbatas porque la parte sindical denunció que había casos en los que agresores utilizaron la corbata del conductor para ahogar al mismo… y de esta forma se quitaron las corbatas, luego vinieron las mamparas separatorias… Los taxistas incorporaron un dispositivo antipánico para emergencias y GPS en los vehículos… También a la Policía Local desde hace varios años se les dotó de un chaleco antibalas, su ropa lleva elementos anticorte, para prevenir ataques etc.
Pero en el caso que tratamos, no se ha tratado de un acto impredecible. No ha sido un suceso fortuito. Para nada. Ha sido la consecuencia de un fallo concatenado de responsabilidad por la parte principal que debe velar por la seguridad del personal funcionario y de todas las personas usuarias y empresas participantes de un centro cultural abierto a la ciudadanía: La empresa. En este caso encarnado principalmente por la Jefatura del Servicio de Cultura.
Hablando claro, el sujeto que podía haber matado a nuestro compañero, no fue una desgracia que cayó del cielo, y nadie pudo prever. El sujeto en cuestión era alguien que venía generando problemas dentro del centro meses atrás, amenazando cuando quería a quien quería y lo que es gravísimo; profiriendo expresiones sexuales que constituyen acoso a menores de edad que participan en cursos de la Harinera.
Estos sucesos habían generado ya las protestas del personal funcionario, y sus quejas internas por escrito. También alguna asociación, y personal de la contrata Acciona, tenemos constancia que escribieron relatando el comportamiento de esta persona, que inexplicablemente a pesar de su comportamiento; seguía entrando con total impunidad. Del mismo modo la Policía Local ya había actuado en alguna ocasión…
Sin ser exagerados ni alarmistas, ¿qué pasaría si estuviésemos hablando de una agresión sexual, no solo verbal, o de una agresión con lesiones de diferentes consecuencias a participantes de la programación de la Harinera o a nuestros compañeros y compañeras funcionarios? Lo lamentaríamos y nos echaríamos las manos en la cabeza…
Volvemos siempre a lo mismo. La ley 31/95 no es solo una fuente para poner preguntas retorcidas en el test de una oposición. Es una ley que contempla aspectos fundamentales como el artículo 24 “Coordinación de actividades empresariales”, y la “actuación ante un riesgo grave e inminente”, aspectos tan básicos que en este caso no han funcionado. Han fracasado estrepitosamente. Las Asociaciones que participan en la programación no son estrictamente “empresas” pero desde el momento en el que participan en un centro municipal, tienen que tener cauces para hacer llegar sus quejas y sugerencias y sobre todo saber cómo hacerlo. Eso se llama “coordinación”. Ni qué decir cuando quien trabaja en el centro es una contrata como Acciona…
Es muy grave que llevando meses las visitas de este “elemento” no se haya controlado el “riesgo laboral”. Es muy grave que alguien de Policía Local diga que “como el centro no dispone de reglamento que impida ir sin camiseta, descalzo y cantando, esta persona pueda hacer lo que le viene en gana, y que no se les vuelva a llamar a la Policía si no se pone violento”. También es grave que haya personas de Zaragoza Cultural que tengan conocimiento del comportamiento de esta persona se inhiban tirando balones a un Servicio de Cultura, que no sabemos, ni donde está, y cuando se les espera.
Un despropósito como este tiene que generar una reacción responsable, por parte de los RESPONSABLES que impida que esto vuelva a suceder.
Evitar el riesgo laboral en toda su expresión no solo es una bonita frase para poner en una ley.