CON ADAPTACIÓN DE FUNCIONES, NI PARA PEGAMENTO…
Recuerdo un pasaje de Rebelión en la Granja en el que el caballo Boxer cae exhausto de trabajar y al ser ya inoperativo, los cerdos que gobiernan la granja lo venden como pegamento. El resto de los animales de la granja lo despiden creyendo que se había jubilado. Rebelión en la Granja hace un retrato de la situación vivida en la URSS en forma de fábula. En ella retrata la perfección como la pretendida revolución de los trabajadores acaba siendo equiparable a la Rusia de los zares en el mejor de los casos.
El presente artículo, pretende poner de manifiesto la dicotomía escala auxiliar o adaptación de funciones. La gestión de la escala auxiliar por parte de este Ayuntamiento, puede llegar a dejar corto el relato del caballo.
La escala auxiliar en un mecanismo ideado con el objeto de disponer de una serie de puestos de trabajo en los que poder colocar a todas aquellas personas de oficios que por motivos médicos o de edad van sufriendo limitaciones para el desempeño de su puesto de trabajo, pero que en cambio pueden desempeñar otros al 100%. A la escala auxiliar se puede acceder por edad o por motivos médicos. Quien desde un servicio determinado accede a la escala auxiliar, se “lleva el puesto” es decir desparece del servicio para siempre y el servicio se queda con una persona menos para poder gestionar, a la vez que la imposibilidad de reponerla debido a que desde “recursos humanos” no se crea plaza de forma automática en origen cundo una persona pasa a escala auxiliar. Precisamente para evitar esta sangría, cuando se habló y se negoció la escala auxiliar, se contemplaba la necesidad que una persona que accede a la escala auxiliar, vea duplicado su puesto de modo que pueda ser ocupado por otra persona sin limitaciones para su desempeño. Tal y como se produce hoy el paso a la escala auxiliar lo podemos asimilar a una huevera. Es decir, cuando alguien pasa a escala auxiliar, se quita un hueco en la huevera que se va pegado al huevo, y ya nunca se podrá volver a tener una docena de huevos, pues falta un hueco donde ponerlo.
Comoquiera que la realidad siempre es más cruda que la imaginación, resulta que eso de duplicar las plazas no se lleva a cabo. Entonces, a la vez que la gente cumple años o sufre achaques, los servicios municipales se van arrugando como una pasa. La situación se torna en desesperada, por lo que la persona deja de serlo y lo que se ve es una plaza que desaparece. Hay servicios que se hacen demandantes de escala auxiliar, es decir, cuya plantilla va aumentando, pero en los oficios la gente se va yendo dejando un vacío. Se compromete tanto la situación de los Servicios, que antes de su inoperatividad por falta de personal, que ya se vislumbra en el horizonte, la adaptación de funciones es la única “solución”. Con esta situación no ceo yo que estemos ya en condiciones de garantizar la salud de las personas, porque la necesidad del servicio pasa de forma inevitable por la no concesión de la escala auxiliar. Cuando la adaptación de funciones es tal que impide la prestación del servicio con normalidad, la persona que la sufre se convierte en una plaza con patas. Es más valiosa de baja, que presente, pues si tiene una baja de larga duración, existe la esperanza de que sea sustituída. Las limitaciones hacen que su contenido sea tan bajo, que la situación se torna en el caldo de cultivo para una situación de violencia en el trabajo rayana con el mobbing al no tener contenido profesional. Tanto por parte de las personas que comparten tuno (que ven como los efectivos de su turno son menores que los de otro) como por parte del Servicio, que intenta buscar una mesita apartada en la que situar el jarrón, se podría incurrir en una situación de mobbing que en un futuro más próximo que lejano,podría poner al Ayuntamiento en “la meca” del acoso laboral. Aunque a él se llegue de forma involuntaria e imperceptible.
Con esta política de poner palos en las ruedas de la escala auxiliar, cuando una persona ve mermadas sus condiciones para el desempeño, no sirve ni para pegamento como el caballo aquel, puesto que su presencia se hace necesaria para la viabilidad del servicio. Pero lo más grave, es que una vez que permanezca ahí, en su servicio de siempre y ocupando su plaza, es necesario que enferme, que se vaya de baja y sea sustituida por alguien sin limitaciones. Este, será el único modo en el que las jefaturas puedan contar con la huevera completa en cada turno y se baje la conflictividad por turnos vacíos.
Tan claro se ve en el horizonte el colapso de los servicios municipales, como la posible aparición de situaciones de violencia en el trabajo emanadas de la disyuntiva entre conservar a alguien cuya baja proporciona una persona adicional (aun a costa de vaciarlo de contenido) o dejarlo marchar perdiendo la posibilidad de refuerzo para siempre.
Esperamos que la reflexión reconduzca la situación, porque al final, las personas mayores o con achaques, no sirven ni para pegamento…