Gestión publico-privada. Un cuento para los mayores. Lecturas para no dormir, II.
Como decíamos ayer, existen algunos servicios en el caso de nuestras familias, como son el suministro eléctrico, la reparación de vehículos etc., que por razones de envergadura de los citados trabajos se opta por externalizar. Esto supone que aunque la titularidad del vehículo es de la familia, el mantenimiento del mismo se delega en un profesional. Todas las personas sabemos lo que supones esto. La persona que nos repara el vehículo nos cobra por su servicio. El nos cobra por su trabajo, por las piezas y componentes nuevos o por reparar los viejos… esto implica pagar el costo de las piezas en la tarifa que el profesional decida, pues no está buscando donde es más barato el suministro. Es más si tiene un familiar en una tienda de repuestos puede decidir comprarlos allí pese a ser más caros, porque el costo de las piezas corre a cargo de la familia. En el precio de la hora, se repercute el gasto de luz, herramienta, pago del local, pago de la hipoteca de su vivienda, el préstamo de su vehículo, la comida de su perro y el beneficio legítimo que le permite alimentarse y alimentar a su familia, el colegio de las criaturas, seguros médicos, planes de pensiones, etc,. Además debe de sobrar dinero para las vacaciones, imprevistos, ocio… y un 21% de impuestos.
A todas luces se ve, que económicamente no es lo mismo arreglarse uno el vehículo que llevarlo a arreglar. También se entiende perfectamente, que un vehículo familiar no es rentable, y arreglárselo cada cual tampoco lo hace rentable. Pero todo el mundo sabe que el vehículo no se tiene por su rentabilidad, sino por la calidad de vida que supone ahorrar tiempo en los desplazamientos, poder salir de viaje a ver nuevos lugares…cada uno por los motivos que considere.
Llegados a este punto, podemos pensar que la reparación del vehículo es algo que hay que asumir como un gasto propio del vehículo que no podemos hacer nosotros. Algo así le pasa a la administración con algunos servicios que presta, como sería la reparación de las infraestructuras. Hay personas que son capaces de realizar sus reparaciones domésticas, y otras que tienen que llamar a profesionales. Este círculo de gasto, implica que el gasto familiar se resiente y que necesariamente el gasto extra se ha de sacar de otros apartados, sea el del ocio, la alimentación, la climatización, la vestimenta… cada tarea doméstica que puede realizarse de forma directa por el personal de la familia y que finalmente es desempeñada por otra ajena, resulta evidentemente más cara. Tampoco se ve la rentabilidad de la limpieza, de la alimentación, la climatización o tener libros que leer, porque eso no se traduce en números positivos en nuestra cuenta bancaria. La rentabilidad es otra cosa. Es más cuando cualquiera de estos servicios domésticos se “rentabilizan”, quien saca beneficio de ello es otra persona. Quien paga por estos servicios es a costa de disminuir el dinero disponible de otras partidas. En este camino se encuentran gobiernos actuales y pasados, porque este tipo de politica neoliberal es compartido por la socialdemocracia.
Pues queridos niños, esto mismo es lo que ocurre en la administración pública. En ningún momento puede ser más barato encargar un servicio a una empresa externa que prestarlo de forma directa. Si lo que se presta de forma directa supone el pago de salarios y suministros, lo que se hace mediante una empresa tiene añadido el beneficio industrial, el costo de amortización de la citada industria, los impuestos y si tenemos la desgracia de no contar con la suficiente gente honrada, confetti, trajes, puestos de trabajo para familiares o propios, o reformas de locales como ya hemos visto.
La gestión público-privada es por lo tanto el comienzo del final del cuento del servicio público. Con la gestión público privada, colorín colorado, lo público de ha acabado. Y ESO SÍ QUE NO ES UN CUENTO.