La banalización del mal.
Volvemos al candente tema del personal en deportes. Ayer publicaba el periódico una noticia en la que se decía una vez más que el 40% de la plantilla está próxima a la jubilación y que se necesita de forma urgente la contratación de 30 personas. Deportes es un servicio que está en claro proceso de desaparición como servicio público. En anteriores publicaciones ya hemos aportado un trazo a grandes rasgos de los costos reales y las contrataciones. El problema no sólo implica al Servicio de Instalaciones Deportivas, sino que es producto de las políticas neoliberales que pretenden convertir los servicios públicos en áreas de negocio para esa amalgama de empresas grandes que viven y se nutren del dinero público.
En el caso de Instalaciones Deportivas, podemos imaginar la hoja de ruta si miramos lo que ha hecho el PP en Madrid. No es un secreto, es su rumbo político y eso es lo que defienden. No se esconden. Si acaso, lo que hacen es citar mantras como la eficacia y tal para disimular la realidad. Para llegar a una situación de externalización, lo primero es agotar el servicio público hasta que colapse. Ahora estamos en ese punto con el Servicio de Instalaciones deportivas, pero esto se extenderá a los demás servicios tarde o temprano. Pero nada es posible sin la colaboración necesaria de otros actores.
La filósofa Hannah Arendt hizo un ya clásico estudio del personaje y sus obras a raíz del juicio del líder nazi Adolf Eichmann, titulado Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal. Señaló, además, que las acciones de Eichmann bien pudieron haber sido fruto de la subordinación de la cual es víctima un individuo dentro de un régimen totalitario. No se trata aquí de comparar el proceso de deportes con el de un genocidio, ni mucho menos. Lo que nos interesa es el concepto de banalización del mal, la obediencia debida. Concepto que usa como eximente de responsabilidades por aquellas personas que son los cómplices necesarios para ejecutar acciones con las que no pudieran estar de acuerdo. “cumplía órdenes”. O “directrices de la superioridad aunque no estaba de acuerdo con ellas”.
Es el momento de elegir. En la Relación de puestos de trabajo de 2014, aparecen 181 oficiales de instalaciones deportivas. En la propuesta de Relación de Puestos de trabajo para 2021, tan sólo 169. En la petición que en su día hizo el Servicio de Instalaciones deportivas, 191. Un escenario con 22 personas menos sin contar la próximas jubilaciones. Una de las razones por las que CGT no sube a estas “negociaciones” de RPT, es no dar legitimidad a estos atropellos. Pero la pregunta es para la concejala de Deportes. Deportista profesional. Sabe lo que es el deporte. No está de acuerdo al parecer con la asfixia del Servicio de Instalaciones Deportivas según ha manifestado en algunas ocasiones. Ante el escenario que se nos aproxima de la aprobación de una RPT que condena al Servicio a la extinción… ¿Cual es su excusa?. ¿Son directrices del partido, (no sabemos de cual)?. ¿No le contratan personal?…
Desde CGT, creemos que ante esta tesitura, la única salida posible y decente es la dimisión de la Concejala de Deportes. Cuando no se tiene el coraje de defender lo público (tanto el servicio como los fondos) hay que dejar paso a quien lo haga. Esto que planteamos no es una medida de presión ni de demérito, puesto que algunas dimisiones son más meritorias que continuar con el desempeño. La distancia política que pueda existir entre las personas, no implica que un acto de valentía y coherencia no sea valorado por todas las personas. También puede ser que realmente piense lo contrario de lo que manifiesta. Sobre las mentiras, ya hablaremos otro día. Como en su día nos enseñaron nuestros vecinos franceses, ¡On lâche rien!. No nos rendiremos. Abajo, un pequeño recordatorio. Música para que escuchen nuestros compañeros de Instalaciones Deportivas cuando corten el césped con el tractor o estén con la desbrozadora… jornadas de reflexión ante lo que nos espera este invierno.