LA SEMILLA DEL MAL O COMO VIVIR EN LA ALEGRÍA FASCISTA
Solo por haber amenazado de muerte a varias personas (incluida la alcaldesa madrileña), colectivos enteros, etnias, periodistas o cadenas de televisión. O por hacer arrebatadas loas a Hitler añorando esas chimeneas de los hornos crematorios que, según afirman, hoy se necesitan más que nunca para eliminar “rojos” y “guarros”. Solo por unas cuantas, muchas para ser sinceros, desafortunadas frases colgadas en su chat profesional de policías municipales haciendo uso de su legítimo derecho de libertad de expresión… les llaman malas personas. ¡No es justo!
Con media docena de hombres que usaban un canal de comunicación creado para el uso de los policías del turno de noche. Una herramienta laboral que había sido reivindicada por el cuerpo y que estos traviesos agentes trataban de amenizar con ingeniosas citas y chascarrillos. Todo para crear buen rollo y motivación entre los compañeros. Pero la gente es muy mala. Total por subir algunas graciosas bromas como:
—”Ojalá la alcaldesa tenga una muerte lenta y agónica”, “¡ Lástima que no estuviera dentro el día que volaron sus amiguitos de Atocha!”. Chistes inocentes, casi naifs.
Uno de ellos, el más cachondo sin duda, se hace llamar Führer. Y después de afirmar con desparpajo que “El fascismo es alegría”, colgaba fotos de Hitler e ingeniosas ocurrencias como: “Este señor sí que sabía cómo hacer las cosas, este señor es dios, ya estarían echando humo las chimeneas sin parar si estuviese al mando”. Sin maldad alguna, como se puede ver.
Otro compañero le contestaba en el mismo chat insistiendo en que había que organizar cacerías de guarros. “Panda de hijos de la gran puta, los moros y los que le defienden”. “Yo los tiraba al mar, comida para peces”. “Napalm para los guarros! Pero todo desde el cariño eh?. Como desde el cariño y esa alegría fascista que proclaman estos “prendas” fantaseaban con poner bombas en Lavapiés o despiojar a los inmigrantes abriendo la llave del gas.
Y es que hay que comprender que las noches son muy largas y que “la alegre patrulla fascista” trataba de ejercer una labor social incentivando la motivación del resto. Un grupo en el que muchos callaron, unos pocos rebatieron y uno solo denunció. El único al que se le atragantó el peculiar humor de sus colegas. Un aguafiestas que, sin duda, merece las amenazas de muerte que recibe ahora a diario. Si no sabe reírse como un alegre fascista… que se vaya del cuerpo.
Es lo mismo que les ocurre a las víctimas de violación. Aunque denuncien, no están a salvo de ser criminalizadas frente a su agresor. Esta otra “manada” funciona igual que un grupo de violadores múltiples. Con una conciencia sociópata diluida que intentan propagar su mierda argumentando que solo ejercen el derecho de libertad de expresión.
“Matar es nuestro lema” (Pensaba que era proteger y servir, ¡ingenua de mí!). “Otra opción es incrustarles casquillos vacíos en la nuca” (refiriéndose a los refugiados). Pura poesía enmarcada en la particularidad de que estamos hablando de hombres armados que patrullan las calles de Madrid. Hombres que avisan a su delator de que “conocen gente” que pueden hacer que su muerte “parezca un accidente”.
Parece que se les han retirado las armas y las placas. Que se les ha abierto un expediente. Si se conjugan los astros y el Rayo gana la Champions puede que hasta se les expulse del cuerpo. Ya se verá. Tampoco hay que alarmarse demasiado por unos polis que se manifiestan abiertamente nazis y violentos. Al menos no son unos peludos titiriteros ni se les ha ocurrido profanar la memoria de Carrero Blanco con un chiste explosivo.
¿Dónde va a parar ese chispazo del humor fascista que hace que hasta los muertos republicanos se batan de risa las descarnadas mandíbulas pese a estar enterrados a la fuerza en el mausoleo construido para su asesino? Este país es un no parar del descojone. ¡Pura alegría!
Si ya se sabe que Franco era como el gran Chiquito. Solo que en vez de: ¡Porrr la gloria de mi madrree!, Paquito hacía lo suyo por “la gracia de dios”. Otro con un sentido del humor ligeramente retorcido.
En este club de la comedia facha el repertorio es archiconocido. Son los descerebrados habituales, rémoras de una dictadura que aún nos enmaraña la consciencia. Lo más inquietante es que tarados de este calibre puedan pasar los filtros psicotécnicos y formar parte de la seguridad del estado. Que tipos con esos valores anden por ahí portando placa y pistola. Casi prefiero que le den a un chimpancé una ametralladora. Es igual de peligroso pero no me negarán que los monos son mucho más divertidos que estos tíos.
Y hasta armados me parecen menos peligrosos.
Ana Cuevas