Problemas con el acuerdo de deportes…
Scott D. Weitzenhoffer, es un biólogo evolucionista que acuñó una cita que circula por las redes sacada de contexto: “Discutir con un creacionista es como jugar ajedrez contra una paloma, apenas comienza la partida se para sobre la mesa, tira todas las piezas, se caga en el tablero y luego se va volando con sus amigas clamando que ganó.” Básicamente decía que para sostener un debate, es necesario contar con datos. Da igual que datos se utilicen con una persona creacionista, puesto que en ningún momento podrá sostener ni un dato a favor de su tesis, pero dará por hecho que tiene razón. Así es negociar con Mendoza. Como jugar al ajedrez con una paloma. Dio igual usar los números que hablaban de necesidades del personal elaborados por los propios técnicos. Cuando no era posible defender nada desde este punto, los técnicos dejaron de estar presentes en las reuniones. El objetivo era claro e ideológico. Ahora, el Servicio de Deportes es una víctima de las políticas neoliberales quedando a merced de una privatización como única salida.
En el año 2022, la mayoría de las personas que trabajan en el Servicio de Deportes, alcanzaron el acuerdo de desconvocar una huelga encaminada a conseguir la dotación suficiente de personal en el servicio. Pese a existir una propuesta de la Jefatura del Servicio y de la coordinación de área con respecto a la dimensión adecuada, seguimos arrastrando la falta de personal endémica, pero con personal cada vez más viejo. Siguen con el mantra de que la escala auxiliar es el problema del servicio cuando hay contratadas 11 personas en régimen de “plan de empleo” y además otras 16 como “acúmulo de tareas”. Menguando de las 18 que había considerado necesarias el propio servicio de instalaciones deportivas, plazas menguadas que ya nos dicen desde Recursos Humanos que no se van a cubrir. Estas formas de contratación precaria que forman parte del ADN de los partidos de derecha (ultra, extrema o sin azúcar) y de los socialdemócratas neoliberales, explotarán al año que viene. Desaparecerán de repente 26 personas, que debieran haber sido 29 si se hubiera contratado lo que el Servicio pidió. Y no será que están en otro sitio, sino que no están en ninguno. Ni los planes de empleo ni los acúmulos de tareas son considerados plantilla estructural. Es decir, cuando la plantilla sufra la situación real, será imposible prestar el servicio. Con varios años de tiempo, imaginamos que ya se habrán realizado entre bambalinas los trámites necesarios para volver a privatizar el servicio, al menos en parte.
Así pues, el gobierno de la ciudad, como las palomas, al año que viene podría estar “sacando pechuga” de rescatar el servicio de la precariedad con un contrato a una empresa externa… pero dejará el tablero con las piezas tiradas y cagado. Será el ciudadano quien lo tenga que limpiar, dando parte de sus impuestos a una falsa empresa que recaudará parte de ellos como beneficio, en detrimento del servicio y de los derechos de la ciudadanía. Pero quien juega con palomas, con caca en el tablero termina…